lunes, 14 de enero de 2008

Opiniones y criticas sobre la obra El Patio de Monipodio


El patio de Monipodio

miércoles, 04 de abril de 2007
Por: Ricardo E. Tatto



Otro domingo más en el que la cartelera cultural lucía atractiva. Por dos razones: la reapertura del teatro Daniel Ayala Pérez con la obra DeSazón de Víctor Hugo Rascón Banda, y el estreno de El patio de Monipodio, con dramaturgia de José Ramón Enríquez.

La primera, dirigida por José Caballero, comenzaba a las 7:00 P.M.; la segunda, dirigida por Paco Marín, iniciaba a las 8.30 P.M. en la Casa de la Cultura del Mayab. ¿Por qué hacen eso? Ambas producciones son del ICY, ¿acaso no podrían coordinarse para no superponer una a la otra? Habemos algunos obsesivos-compulsivos que en afán de apreciar todo lo que esta ciudad tiene que ofrecer en materia cultural nos devanamos semanalmente en planear la manera de saltar de unos itinerarios y eventos a otros, con diversos resultados. 
En fin, al retrasarme entre una y otra obra, acabé golpeando a la puerta de la Casa de la Cultura, hasta que una señora y su hija se me unieron. Nos dejaron pasar.
-Entren sin hacer ruido. Ya no hay asientos, así que si gustan estar de pie, ¡adelante!-nos dijo la persona que nos abrió. ¡Qué suerte! Un lugar en el centro y en primera fila, sólo que en el suelo. Todo estaba lleno. Sin embargo, el sitio que encontré era inmejorable.
Maniferro (Pablo Herrero) les hacía una introducción a los espectadores de la breve y cómica historia de dos jóvenes pícaros: Rinconete (Oswaldo Ferrer) y Cortadillo (Ulises Vargas).
Esta dramaturgia de José Ramón Enríquez es una adaptación de la novela ejemplar de Miguel de Cervantes Saavedra, con el mismo nombre de los dos pillos: Rinconete y Cortadillo. La trama es sencilla: ambos ladronzuelos se encuentran en las callejuelas desfalcando a propios y extraños, cada uno en su propio estilo, ya que Rinconete domina la suerte de los naipes, con su mazo de cartas marcadas, y Cortadillo -hijo de un sastre-, con veloces juegos de manos y tijeretazos despoja a los incautos de sus pertenencias. Los dos al reconocerse hermanos de oficio, deciden unir fuerzas para llevar a cabo sus triquiñuelas.
Pero el sagaz Maniferro los observa y, al notar sus habilidades, decide cooptarlos para que se unan a la cofradía del señor Monipodio, amo de los ladrones. De un salto ya se encuentran en el patio de dicho señor, quien hace su entrada de manera misteriosa y con el rostro cubierto por una capucha. No obstante, Monipodio (Roberto Franco) pronto se revela como algo más que el simple anciano que intenta aparentar.
Al darles la bienvenida a la cofradía de ladrones, hacen su aparición dos féminas del gremio: La Gananciosa (Susan Tax) y Pipota (Mabel Vásquez). La primera, bella y malévola encantadora, es la favorita del señor Monipodio. La segunda es una anciana suspicaz y adepta a las bebidas espirituosas. Todos estos integrantes de la hermandad de ladrones se reúnen a devorar unas viandas y anotar en un libro los resultados de sus usufructos.
Entretanto, el alguacil (Fernando de Regil) que al parecer tiene tratos con Monipodio, denuncia que el diezmo le ha sido robado al capellán, para que finalmente le sea devuelto por Cortadillo el Bueno, que no tiene más remedio que entregar el botín por el bien de la cofradía.
Todo se resuelve, y el Repolido (también Fernando de Regil), amante de la Gananciosa, regresa a pedir perdón, ya que en un arranque de furia, le deja unos cardenales marcados en el cuerpo. Pero oportunamente, Pipota vaticina que él iba a regresar suplicando por amor. La Gananciosa debe reconocer su afinidad con el que la ha maltratado y finalmente lo acepta en medio del baile y la algarabía general de los ladrones.
Maniferro nos manifiesta al final que éste es sólo el inicio de las aventuras de la dupla de ladronzuelos conformada por Rinconete y Cortadillo, quienes encuentran su símil en los niños de la calle que tienen que subsistir con todo tipo de argucias en un mundo vertiginoso que los ha olvidado.
Como vemos, lo que Cervantes quiso transmitir a través de la picaresca tiene mucho de contenido social, y el tema es sin duda más actual que nunca. La dirección de Paco Marín fue acertada, y la dramaturgia de Enríquez inmejorable, ya que sin duda el público se divirtió, riéndose tanto de los diálogos como de la comedia física desplegada alrededor del atrio de la Casa de la Cultura.
La obra se seguirá presentando todos los domingos a las 8.30 P.M., en una temporada que durará hasta junio. La entrada es libre.

Fuente: sementalitaliano.blogspot.com/2007/05/el-patio-de-monipodio_19.html y Periodico Por Esto Sección Cultura.